viernes, 3 de junio de 2011

Leccionarios.


Somos la generación de la regañina. Hemos  sabido enviar dolorosas reprimendas a políticos “ a gestores de lo publico” a tecnócratas de medio-pelo y a los mandos de los policías. Les hemos explicado que la calle es del pueblo y además que lo sabemos, que no nos hemos olvidado de ello. Aunque durante los días “normales” finjamos que realmente la calle es cosa suya y que se trata de circular y comprar. Les hemos dejado claro que si queremos somos mas listos que ellos, que ellos tampoco son para tirar cohetes, les hemos dado, cuando nos ha apetecido, una inyección de humildad por intravenosa y nos hemos reído de su espuma de rabioso, de prepotente, de pobre diablo rico que vive resbalando en su propia mierda. Les hemos espetado en la cara que sabemos cambiar un recorrido en el ultimo minuto y destrozarles una encerrona, que podemos generar el dispositivo adecuado para proteger una plaza y frustrar un desalojo policial. Les hemos demostrado que entendemos bien como funcionan los poderes facticos y que entendemos de la idiosincrasia y el funcionamiento de un mass media.

Pero nos quedamos aquí, en la regañina, en la lección, en el truco del malabarista, en el ejemplo edificante. Nos contentamos en ganarles al ajedrez, vencerles en la sofisticación. Nos encanta sacar pecho y vencer la batalla moral en el campo de lo mediático, de lo publicado. 

Pero somos demasiado caprichosos, nos falta: SEGUIR. He aquí nuestro telón de Aquiles, nuestro mal, nuestra verdadera debilidad.

Tenemos la inteligencia, la determinación, somos capaces de poner el cuerpo cuando se nos exige, sabemos ordenar la reivindicación, y actuamos con la valentía y el número suficiente como para hacer recular la policía militarizada (o los militares de baja intensidad). Pero.... necesitamos nuestra dosis de novedad. Somos caprichosos y cuando estamos cerca, muy cerca de pegar un golpe fuerte en medio de la nariz del Estado, obligarlo a cambiar el escenario o de negociar, nos fundimos como un azúcar en un café. Quizás no es capricho, quizás es autoestima. Quizás es que aun no entendemos del todo, de lo que somos capaces, que de verdad estamos teñidos del color de la derrota heredada y nos han acabado por convencer que de verdad la historia se acabo y ellos ganaron. Y mientras no despertemos de la mentira circular :Nos deshacemos. Ganamos una posición y volvemos a nuestra vida cotidiana sin dejar huella. Retrocedemos por puro no saber que se puede seguir. Nos sentimos ufanos y alegres de verlos tan ridículos y nunca seguimos, desertamos como si saliéramos del cine o del teatro. Se cierra el telón y aplaudimos.  Y el Estado magullado finge normalidad y vuelve a sus puestos, y todo sigue igual y ni una sola ley hemos reventado aun. Pero  mientras el cuello de botella se hace mas estrecho: la precariedad material avanza , la represión policial aumenta, el saco de la marginalidad se engrosa,  las opciones se reducen, la calle esta cada día mas secuestrada  y ellos cada día son mas ricos y están mejor armados.

Cuando tomaremos la determinación de sencillamente SEGUIR?
Sabemos que no queremos y sabemos que cuando hemos querido hemos podido hacerle agujeros a su dictadura del tedio , de la competitividad y del aislamiento.
Pero nos falta seguir. Pero no en la micromilitancia sino seguir cuando se es un cuerpo anónimo inmenso. Cuando tomaremos conciencia, de que se puede apretar el acelerador? Ya nos esconderemos, ya nos refugiaremos cuando el gigante este herido, pero ahora? Ahora solo toca seguir y abandonarse.

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